OTRA FACETA MÁS DE LA AEI

                         
En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”. (Cervantes) 
  
A los integrantes de AEI nos gusta escribir, como bien indica nuestro nombre, pero también nos gusta leer, van de la mano …, escribimos para que nos lean, y entonces  pensé en los que NO leen, porque no saben o no pueden o no tienen el hábito y recordé esas imágenes de mujeres cosiendo en torno a una lectora, o la familia reunida en invierno en la sala escuchando al que lee, estampas del tipo Mujercitas … 

Y llegó fin de año y para contribuir al espíritu navideño organizamos una lectura de cuentos en una residencia de mayores. Tras acordar día y hora allá nos fuimos, a Casablanca, antes La Solana, con Reyes, Roberto, María, y yo.  Unas dos horitas de lectura de cuentos breves, un sábado por la tarde. Era una actividad distinta, pero resultó Y captamos su interés, los abuelos que podían pendientes, algún espontáneo del público sacó sus poemas, y hasta el personal sanitario se volcó.  Nos han pedido que volvamos, y fue un bonito recuerdo para nosotros como equipo.  Todo eso en una sola tarde de sábado. 

Pero para hacer un trabajo comparativo también inicié un ciclo de 1 hora semanal en la Residencia de Castilla La Mancha, todos los martes desde enero, ahora entramos en el 5º mes es decir que ya vamos por las 25  horas aprox. Los resultados son distintos. 

Ya tenemos fieles seguidoras, mayoritariamente mujeres, claro …, y como hemos reunido un bagaje,  podemos permitirnos comparar  (os acordáis de aquel relato… o del sabio y el perro …). Los temas y estilos han sido variados, cada cuento se comenta un poquito, lo que se pueda,  porque no es un club de lectura. Es más bien un club de “escucha” atenta. Y no se trata de infantilizar a los mayores, no son cuentos para niños

Hace poquito cuando premiaron a Poniatoska les leí LAS LAVANDERAS y terminaron recordando sus pueblos y cómo se lavaba antaño.  

Leo en voz alta los cuentos que busco con tesón, en todas partes, ya que 1 hora de cuentos cortos supone mucha búsqueda. No todos los cuentos “me valen”.   Suelen ser del tipo Bucay, Galeano, Coelho, Ramiro Calle,  pero hemos llevado algunos de Pardo Bazán, o Antonio Gala, o Maupassant, Pirandello. Importa que sean breves, concretos, de fácil comprensión, o de desenlace sorprendente y que se lean con gracia, claridad, voz fuerte, … el mejor cuento mal leído no alcanza su objetivo. Si es necesario, explico brevemente lo que sea necesario y los voy encadenando.

Esencialmente prosa aunque incorporamos alguna poesía, pero muy pocas. Trato de que la clase sea actual.  Hace poquito cuando premiaron a Poniatoska les leí LAS LAVANDERAS y terminaron recordando sus pueblos y cómo se lavaba antaño. Estoy segura de que si P. lo supiera estaría encantada … además, son de su quinta.

A veces invitamos a alguien a compartir nuestros martes y la estrella invitada trae el texto que ha elegido. Alguna enfermera de la residencia se cuela en clase y participa, así como Ana, la Trabajadora social. 

Y por último la tercer hoja del tríptico: lectura de cuentos en el hospital y concretamente en el Centro de Día, zona quimio, como actividad de AEI con el voluntariado de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC).

Los tratamientos de quimio suelen durar 3-4 horas y  más y la tristeza se masca, qué les voy a decir … así que de la mano de Bea que abrió camino y tras recabar MUCHOS permisos, allí vamos todos los viernes de 12 a 1, Bea, yo y algún voluntario de la Asociación contra el cáncer que se está sumando al vicio de leer cuentos en voz alta.



Al principio se leía en el centro del ruedo para todos, pero ahora nos acercamos a 2 ó 3 pacientes y sus acompañantes y tras presentarnos, pedimos permiso y lo hacemos “a medida”, todo un tratamiento de cuentos personalizado, un chute de ánimo.


También empiezan a conocernos los sanitarios y los pacientes y más aún ahora que también leemos en la Sala de Espera, y hasta aplauden. 

Hemos puesto en práctica algo dijo Borges :      

“El libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres”.


Ester Sananes
socia de la AEI



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