En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia”. (Cervantes)
Pero para hacer un trabajo comparativo también inicié un ciclo de 1 hora semanal en la Residencia de Castilla La Mancha, todos los martes desde enero, ahora entramos en el 5º mes es decir que ya vamos por las 25 horas aprox. Los resultados son distintos.
Hace poquito cuando premiaron a Poniatoska les leí LAS LAVANDERAS y terminaron recordando sus pueblos y cómo se lavaba antaño.
Leo en voz alta los cuentos que busco con tesón, en todas partes, ya que 1 hora de cuentos cortos supone mucha búsqueda. No todos los cuentos “me valen”. Suelen ser del tipo Bucay, Galeano, Coelho, Ramiro Calle, pero hemos llevado algunos de Pardo Bazán, o Antonio Gala, o Maupassant, Pirandello. Importa que sean breves, concretos, de fácil comprensión, o de desenlace sorprendente y que se lean con gracia, claridad, voz fuerte, … el mejor cuento mal leído no alcanza su objetivo. Si es necesario, explico brevemente lo que sea necesario y los voy encadenando.
A veces invitamos a alguien a compartir nuestros martes y la estrella invitada trae el texto que ha elegido. Alguna enfermera de la residencia se cuela en clase y participa, así como Ana, la Trabajadora social.

Los tratamientos de quimio suelen durar 3-4 horas y más y la tristeza se masca, qué les voy a decir … así que de la mano de Bea que abrió camino y tras recabar MUCHOS permisos, allí vamos todos los viernes de 12 a 1, Bea, yo y algún voluntario de la Asociación contra el cáncer que se está sumando al vicio de leer cuentos en voz alta.
Al principio se leía en el centro del ruedo para todos, pero ahora nos acercamos a 2 ó 3 pacientes y sus acompañantes y tras presentarnos, pedimos permiso y lo hacemos “a medida”, todo un tratamiento de cuentos personalizado, un chute de ánimo.
También empiezan a conocernos los sanitarios y los pacientes y más aún ahora que también leemos en la Sala de Espera, y hasta aplauden.
Hemos puesto en práctica algo dijo Borges :
“El libro es una de las posibilidades de felicidad que tenemos los hombres”.
Ester Sananes
socia de la AEI
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